Regresa la primavera a Vancouver.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Una Serenata para Lupe (página 92)


Una premonición languidecía en los labios de Lupe, en aquel momento resecos como lo estaban ahora, tantos años después, con la tristeza de una noche sin luna. Dudaba en dejarle también a él una nota de despedida como la que ella jamás recibió, porque entre amantes la ausencia es en sí misma el adiós. Mensaje tácito que no requiere ser escrito porque tampoco compete a la razón. Para asumirlo basta la desolación, semejante a la que Lupe sentía ahora carcomiendo su memoria.

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