Regresa la primavera a Vancouver.

lunes, 4 de abril de 2011

Abril bien vale una canción


Como este es un blog sobre literatura, lo predecible sería que emprendiera un recuento antológico de los poemas que hacen referencia al mes de abril, o de novelas que lo mencionan en sus títulos. Me temo que los voy a decepcionar. En el momento en que intentaba redactar este texto, no me fue posible evadir el estribillo de una canción de Joaquín Sabina: ¿Quién me ha robado el mes de abril? Pero de pronto lo que viene a mi memoria son canciones y no poemas. Tal vez por eso se dice que la primavera es la estación más musical del año y si no, que se lo pregunten a Vivaldi, que entre Las cuatro estaciones siempre ha sido la que mejor se recuerda. De manera que me permitiré, entonces, hacer una excepción, tratando de recordar las letras de canciones que en algún momento se ocupen de este mes, que en el hemisferio boreal anuncia la llegada de la primavera. Después de todo, quienes hayan tenido la oportunidad de leer mi novela Decir adiós es morir un poco, pueden constatar que tengo la costumbre de intercalar fragmentos de canciones. Como para subrayar la musicalidad de la vida misma.

Por obvias razones las tonadas que mejor recuerdo son aquellas que estuvieron ligadas a mi juventud. Por ejemplo, De cartón piedra, de Joan Manuel Serrat: "No era como esas muñecas de abril, que me arañaron de frente y perfil, que se comieron mi naranja a gajos, que me arrancaron la ilusión de cuajo". Canción que conmovía mucho a Gabriela Pumarejo, mi primera esposa, por la locura de aquel hombre enamorado del maniquí al cual veía en un aparador.

Todavía era niño cuando un grupo mexicano, los hermanos Carrión, cantaba Las cerezas, que dice: "Para abril o para mayo, veré, que me ofrezcas la primera prueba de amor. Para abril o para mayo, tendrás, un poquito de coraje y me besarás". Ahora que lo escribo me parece bastante cursi. Todo lo contrario de Tú y yo, que cantaba La oreja de Van Gogh, y que más bien denota desamor: "Somos dos novios que no tienen mes de abril, que no se miran porque sí, que no se hacen reir".

Imposible ignorar Como esperando abril, del trovador cubano Silvio Rodríguez: "Mucho más allá de mi ventana, algodones jugaban a ser un jardín en espera de abril". Otro cubano, aunque nacionalizado mexicano, Francisco Céspedes, canta Te soñé lluvia de abril: "Quise ser como niño otra vez echando a correr bajo la lluvia de abril y llegar empapado a tus brazos". Fito Páez tiene su Bello abril, con esa típica manera de conjugar de los argentinos: "Dios santo que bello abril. Dios santo que bello abril sos vos".

Me gusta mucho Ana Belén, cuando viajaba de la ciudad de México a Vancouver sabiendo que iba a ser por una larga temporada -nunca imaginé que tanto, dentro de unos meses ya serán diez años-, me vi en la necesidad de seleccionar los discos que más me interesaba conservar, entre ellos estaba precisamente Rosa de amor y fuego. Y aunque Se detuvo abril no se encuentra incluido en dicha grabación, tratándose de ella no lo podría pasar por alto: "Se detuvo abril, el cielo rojo y gris; desangrándose la tempestad va empapándome en felicidad", y luego añade: "Se detuvo abril y el tiempo en el jardín, podría morir así". De nuevo es Ana Belén quien repite en el estribillo de Quién eres tú: "Como pesa el calendario sin ti, en la cruz que hay en tu mano lo vi, esta tumba que es mi cama aún conserva restos de ti, ¡llueve maldito abril! ¡es primavera una vez más, maldito abril!".

Presuntos Implicados incluyó Un día de abril en su disco El pan y la sal. Tanto la letra como la música son de Soledad Sole Giménez, cuya voz es una de mis favoritas en español. Su versión de A la sombra de un león, de Sabina, me parece espléndida. Pero regresando a nuestro tema, el mes de abril: "Eres para mí buenaventura, promesa que abril sembró en este lugar... Tú eres el bien que me dibujará un día de abril con veinte años más".

Ahora recuerdo una canción de Maná que no me agrada porque la considero algo así como una paráfrasis de la Penélope de Serrat, sin embargo, por no dejar, también la mencionaré. Se llama En el muelle de San Blas: "Su cabello se blanqueó, pero ningún barco su amor le devolvía y en el pueblo le decían la loca del muelle de San Blas y una tarde de abril la intentaron trasladar al manicomio, nadie la pudo arrancar y del mar nunca jamás la separaron". La imagen me remite a Meryl Streep, muy joven, cubierta por una capucha, de pie en un nebuloso muelle inglés, en la película La amante del teniente francés.

Si alguno de los lectores que se haya detenido en este recuento de abril, puede añadir títulos a la lista, serán siempre bien recibidos. Después de todo, como ya lo he advertido en el título, no hay duda de que abril se merece unas canciones.

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