Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

jueves, 9 de febrero de 2017

Carnaval: LA ITALIA PINTORESCA, de Chateaubriand, Lamartine y otros

 
Segunda parte: Roma
 
(Fragmento del capítulo XIX)

En otro tiempo el Corso se convertía durante el carnaval en una especie de Olimpo donde se reunían todas las divinidades del paganismo; pero la mitología ya no está de moda. En medio de las máscaras se descubre casi siempre la historia del mundo, es decir, un enorme carruaje lleno de personajes que aumentan de bulto a su antojo; zorros y lobos mezclados con corderos y gallinas, por cochero un mono y por lacayos perros y gatos. Las señoras se disfrazan de labriegas, cosa que aumenta infinitamente su gracia. Todas estas escenas están animadas por una alegría loca: es una verdadera fiesta en la cual todos toman parte sin distinción, y que es definitivamente más animada que en ningún otro pueblo. La calle tiene más de una milla de largo, y a cada lado una línea de palacios; figurémonos, pues, este espectáculo de una inmensa galería, entre dos anfiteatros y más de diez mil balcones ocupados por unos cien mil espectadores divertidos por un enjambre de locos durante una semana entera, a razón de cinco horas por día, y tendremos una idea de lo que es el carnaval de Roma.
 
François-René, vizconde de Chateaubriand (Francia, 1768-1848)
Alphonse de Lamartine (Francia, 1790-1869)
 
La ilustración corresponde al grabado que aparece en la edición original en español de 1840.

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